Hay quien divide a las personas en dos grupos: Los que rompen el ordenador y los que los arreglan, pero, a decir verdad, todo el mundo termina destruyéndolo en mayor o menor grado.
No es mi intención proporcionar una guía sobre cómo romper, física o mentalmente nuestro equipo (a pesar de que habrá quien piense que a veces se lo merece) sino mostraros una serie de situaciones que es mejor evitar.
1. ¡Esto se arregla a patadas!
Aunque parezca mentira, la lista de componentes electrónicos que son capaces de auto-arreglarse tras recibir una contundente patada es bastante escasa. Por ejemplo, pongamos que estás jugando a un juego y te matan. Por muy fuerte que golpees el ratón contra la mesa y, salvo en casos excepcionales no documentados, no lograrás viajar en el pasado y evitar que suceda. Recuérdalo bien, el ordenador es tu amigo. Él nunca lo haría.
2. ¿Peligro? ¿A mí?
En informática, muchas son las veces en las que se nos insita a que tengamos cuidado con lo que hacemos. Un claro ejemplo es Windows Vista que, si por él fuera, te avisaría de que te va a salir un aviso, pero hay otras ocasiones en la que la advertencia está ahí por algo. Es muy de macho eso de pulsar Aceptar ventana tras ventana, sin saber a ciencia cierta qué estás aceptando, pero a la larga puede traer nefastas consecuencias. Un caso muy común sería al actualizar la BIOS de la placa base, un proceso que no suele recomendarse salvo que sea estrictamente necesario.
3. PC = PoCilga
Un ordenador requiere un mínimo servicio de limpieza. No es necesario poder ver tu cara reflejado en él, pero sí que es recomendable que crezcan el menor número de seres vivos en su superficie. El polvo, además de antiestético, obstruye ventiladores y provoca un sobrecalentamiento de los componentes. Además, aquellos que acostumbran a utilizar su teclado como babero, deberán tener en cuenta que la cantidad de migas y restos que pueden soportar es limitada. Y peor será cuando se te vuelque la bebida sobre él…. Será un claro ejemplo de cómo pasar de periférico informático a cacharro inservible en dos segundos.
4. Borrando… me paso el día borraandoo…
Este punto está estrechamente relacionado con el que vimos en segundo lugar. Aún hoy, cuando los instaladores y desinstaladores son mucho más amigables que los de antaño, hay auténticos amantes del descalabro que borran los programas por la fuerza. De este modo, nadie notifica al pobre Windows que no debe seguir buscando unos archivos, y se producen los errores de arranque, que pueden ser muy difíciles de solventar. Un caso aparte es el “borrador vocacional”, que es como se denomina a la gente que borra archivos compartidos o DLLs de Windows porque “ocupan mucho espacio”, por ejemplo.
5. Marinero de aguas turbulentas
Si navegas sin rumbo por Internet, puedes toparte con aguas peligrosas o incluso temibles piratas pueden tratar de abordar tu ordenador. Símil aparte, muchos de los problemas con virus, publicidad no deseada y demás, tienen como origen el haber estado visitando -o descargando desde- páginas poco fiables, y más aún si se hace desde un navegador tan “permisivo” para este tipo de páginas como Internet Explorer.
6. Me fío de mis amigos
En la amistad, la confianza es muy importante. Pero hay que tener cuidado con aquellos que consideramos nuestros amigos, y no porque guarden malvadas intenciones ocultas contra nosotros, sino porque aunque nosotros queremos a nuestro ordenador y lo protegemos de amenazas, nuestros contactos pueden ser menos cuidadosos. La última moda en los virus no es reenviarse por correo, que es demasiado sospechoso, sino por mensajería instantánea. “Eh, mira mis fotos antes de que las suba a mi perfil”. Y tú vas y lo crees, infectándote. Y lo que es peor, predicando a todos tus contactos que “miren tus fotos antes de que las subas a tu perfil“…
7. Restaurar el sistema
Cuenta la leyenda que, al menos una vez, la Restauración del Sistema consiguió acabar con los problemas de un Windows sin causar daño, pero es un hecho sin comprobar. No, en serio, la idea es buena, pero no debe usarse a la ligera ya que con frecuencia deja el sistema bastante inestable. Más vale prevenir que curar, y si podemos prescindir de la restauración, mejor.
8. Antivirus vs Antivirus: Sólo puede quedar uno
A veces la culpa no es nuestra. No del todo, al menos. Un ejemplo de ordenador que se destruye a sí mismo lo vemos en el típico software apático, es decir, que se lleva mal con otro ¿Qué mejor ejemplo que los antivirus? Salvo contadas excepciones que se podrían contar con los dedos, instalar varios antivirus, suites de seguridad o programas similares, provoca un odio “inter-programil” que o acaba con nuestro rendimiento o con nuestra paciencia. Seguramente con ambos.
9. El enemigo vive en casa
De nada sirve que tomemos bien en cuenta todas estas recomendaciones si después dejamos a cualquiera utilizar nuestro equipo… ¡Sin supervisión! La lista de verdugos informáticos más comunes está encabezada por hermanos menores, aunque también la componen amigos, vecinos, hijos, padres…
10. Muerte natural
Windows nace, crece, se reproduce y también muere. Es el ciclo de la vida, y poco se puede hacer. Como mucho, siguiendo todas las indicaciones anteriores, podemos alargar su vida, o hacerla más llevadera para todos. Pero algún día, antes o después, comenzará a ir lento, dará un error al apagarlo o se bloqueará aleatoriamente al tratar de reproducir un vídeo. Los síntomas son muy variados, pero el final será el mismo. Al menos, si nuestro equipo ha muerto por causas naturales, podemos darnos por satisfechos, ya que habremos triunfado. Además, no hay mal que por bien no venga, ya se sabe que no hay nada como un Windows recién instalado…